lunes, 9 de mayo de 2011

Jarro de agua fría

Miguel Salazar | La afición, alimentada por el bajo coste de las localidades y extasiada por la victoria en el Santiago Bernabéu, se volcó con el equipo de su ciudad con motivo de la final que el Real Zaragoza disputaba anoche ante Osasuna. La Romareda presentaba un aspecto deslumbrante, lleno de color y registraba el primer lleno de la temporada. El partido ante los rojillos llegaba en el mejor momento posible y la noche se perfilaba como festiva. El Zaragoza presumiblemente iba a dar un paso de gigante hacia la permanencia y dejar de lado el sufrimiento, al menos, hasta la temporada que viene. Demasiadas expectativas y demasiado bonito todo lo que rodeaba el partido como para que fuese verdad.


Durante los primeros compases del partido ambos conjuntos salieron a tantearse, sabedores de lo que estaba en juego. Pero poco duraron las presentaciones ya que Lafita puso el 1-0 en el primer cuarto de hora. A partir de entonces el partido se tiñó de blanquiazul, no fue un dominio aplastante pero fue el Real Zaragoza quien puso el ritmo que deseaba y el equipo que dispuso de mayor número de ocasiones. Gabi organizaba, Ponzio recuperaba y Uche traía de cabeza a los defensores rojillos.

Por supuesto la Romareda era una olla a presión que intimidaba a Osasuna en cada uno de sus intentos por asaltar la portería de Doblas y empujaba a los suyos en las acciones de ataque. El 2-0 planeó el estadio durante todo el primer periodo y a punto estuvo de aterrizar al filo del descanso en la enésima internada de Uche que Ricardo desbarató enviando el balón a córner. Descanso y fuerte ovación del estadio a los suyos, hasta el momento todo perfecto y felicidad generalizada. Ganaba el Zaragoza ante su máximo rival y el único pero que se le podía poner a los de Aguirre fue el no haberse ido al vestuario con una ventaja más amplia.

La segunda parte empezó como había terminado la primera. Otra vez Uche llevó el peligro hasta la portería rival, esta vez el nigeriano cedía el balón a Bertolo y el argentino perdonaba de nuevo. La sentencia volvía a evaporarse otra vez más, craso error cuando estás jugándote media temporada. Y cosas que pasan, Osasuna empataba el partido con un tiro de Camuñas que, ayudado por Doblas que no logró atajar el balón, se introducía en la red. Injusto, muy injusto, pero válido.



El gol dejó tocado al Real Zaragoza y Sergio Fernández fue quien asestó el golpe del K.O ocho minutos más tarde con un remate de cabeza que ponía el 1-2 en el luminoso. Aguirre sacó a Braulio y a Boutahar -anteriormente había dado entrada a Jorge López por Ander- y los locales se fueron con todo a por el partido. Con Jarosik como delantero centro y con tres atrás el Zaragoza achuchó y buscó incansablemente el empate, con los consiguientes riesgos.Diez minutos duró el acoso y derribo de los maños pues Kike Sola en un contragolpe que cogió a todo el equipo en campo rival puso el definitivo 1-3 para desesperación de la Romareda, que comenzó a vaciarse tras el último tanto.

Ahí terminó el partido y ahí comenzó el bochorno, la vergüenza y mi decepción. Decepción por lo que vi y que contaré en una segunda parte de esta crónica. Situación difícil, pero no la peor en la que ha estado el Real Zaragoza esta temporada. El equipo no está en descenso y todavía depende de sí mismo. El miércoles ante la Real Sociedad en Anoeta, una nueva final en la que el equipo saldrá a por todo. 

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