Miguel Salazar | Existen jugadores que de la noche a la mañana irrumpen en el panorama futbolístico como si se trataran de un ciclón. No se les suele dar mucha importancia, como es lógico, ya que la mayoría no son más que espejismos que se diluyen conforme avanza la temporada. Pero también los hay que comienzan siendo espejismos y terminan convirtiéndose en una realidad, en una nueva sensación del mundo del fútbol. Chicharito Hernández es de los segundos. El martes fue el autor de los dos tantos que sellaron la clasificación del Manchester United y viendo el marcador del encuentro de ida (0-0) y el de anteayer (2-1), se puede afirmar rotundamente que la aportación del mexicano fue fundamental para los suyos en los octavos de la Champions. Nada nuevo ya que no es la primera vez, ni será la última, en la que el buen hacer del delantero salva los muebles a Sir Alex Ferguson.
Hijo y nieto de futbolistas, adquirió el mote que exhibe en su camiseta por herencia de su padre, conocido como ‘Chícharo’, nombre que adquiere el guisante en algunos países de habla hipana. El United anunció su fichaje a comienzos del mes de abril, una noticia inesperada que sorprendió a propios y extraños puesto que no hubo ninguna información previa sobre la operación. Javier Hernández desembarcó en las islas británicas con el sueño de todo futbolista: triunfar en Europa. Desconocido para la mayoría, en la cual me incluyo, traía como referencia los números de su pasada temporada con el Chivas de Guadalajara, su antiguo club. Otro dato relevante era que Javier Aguirre, seleccionador mexicano por aquel entonces, confirmó la presencia de Chicharito entre los 25 electos para el Mundial –competición que tanto su padre como su abuelo también disputaron-, una cita que serviría de escaparate para conocer al nuevo fichaje del Manchester.
Dos goles, uno a Francia y otro a Argentina –no precisamente selecciones menores-, fueron su carta de presentación ante el Mundo. Su actuación en Sudáfrica dejó un buen sabor de boca y mostró buenas maneras. Sin embargo no se puede afirmar que fuera un jugador joven que brillara con luz propia y acapara el protagonismo del planeta como lo hizo por ejemplo, Mesut Özil o Thomas Müller, quien se llevó el galardón de mejor jugador joven en la cita mundialista.
No se trata de un jugador espectacular pues Chicharito ni destaca por su velocidad de rayo, ni por regates inverosímiles sacados de su chistera. Los suyo es hacer goles. Tiene una definición feroz y también ese don que tan buenos resultados ha dado a los grandes delanteros de la historia: el oportunismo. En ocasiones tan solo empuja el balón con el portero ya vencido, pero hace lo más difícil, estar en el lugar preciso de la jugada. También es de elogiar su capacidad de aparecer en las situaciones límite, como si de un héroe se tratase. De esta forma se entiende su progreso y evolución a lo largo de la presente temporada, superando la competencia de Owen y Berbatov hasta convertirse en el elegido por Ferguson para acompañar a Wayne Rooney en el ataque. Ante el Olympique de Marsella tuvo su gran oportunidad y no la desaprovechó. Solo dispuso de dos remates, terminó con dos goles.
Consagración en Europa del mexicano que ya se ha ganado la admiración de Old Trafford a base de goles. Suma dieciséis tantos -en partidos oficiales- y amenaza con seguir aumentando la cifra puesto que al Manchester United todavía le queda mucho recorrido en la Premier League y en Europa. Chicharito se perfila como titular para los siguientes encuentros y de mantener este nivel está llamado a ser un ídolo para la afición de ‘el teatro de los sueños’ en un futuro no muy lejano. Perspectivas de ensueño para este delantero de 22 años que va creciendo partido a partido.
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